Princesa Confidente – por Walter Tresols

VASOS VACIOS
Antes buscaba vasos. Vasos donde ahogarse.
Como un viejo en altamar, como Ernesto en tierra firme.
Era el tiempo de las alcantarillas. Un mundo subterráneo con flores de acero, sin ojos para la rebelión.
El paisaje de cordura se completaba velado por el filtro azul de cielos pasmosos de verano.

BUSQUEDA
En ese panorama, no era raro que las cuestiones de género le resultaran determinantes.
Que las palabras buscaran inútilmente ser poema.
Y él su género estampado en documentos de dudosa procedencia.

DESAYUNO EN EL EXPRESO POLAR
No es que fueran tiempos de no ver. No.
Él siempre supo distinguir una desayunadora de una mujer que encima una tostada sobre otra.
La diferencia dibujada en el iris radica en que el hombre creía descubrir una amapola pronta a ser preñada, donde ahora la princesa puede ver, sin necesidad de descubrimiento alguno, a la veraneante desnuda, desayunándose todo el sol del expreso polar.

NI VIVO NI MUERTO: APARECIDO
Los hombres que liberan a sus princesas, pueden por fin liberarse también de ese limbo tan temido donde van a parar las existencias cuando los dictadores pretenden jugar con las metáforas.
Emergen cual crisálidas de reina de la categoría de no estar ni vivos ni muertos.
Les crecen manos de tocar bordes de faldas, manos que pueden detenerse en los detalles de la trama, en los pliegues del género. Sentir la verdad de su ropaje de princesa aun en la desnudez más absoluta.
Nada temen entonces en perder respetos y aceptarse confidente en cueros, sin género, de la única forma en que tal categoría es posible, cuando es recíproca.

JARDIN DE ESTE MUNDO
Es el tiempo de borrar de los almanaques los días idealizados, perder la conciencia del edén, renunciar a su espejismo de porvenir.
Es entonces, cuando las princesas confidentes liban ubicuas y atemporales el néctar del jardín del presente, que es el jardín del mundo.